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Nürburgring: Salvemos el anillo

El histórico circuito de Nürburgring corre peligro al arrastrar unas deudas millonarias. Los oscuros movimientos financieros que hay detrás están haciendo insostenible su funcionamiento y puede verse abocado próximamente a su desaparición.

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Redaccion Moto1pro
Alejandro Alonso
Autor Foto
Archivo
Fecha19/02/2011

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Un circuito de carreras se caracteriza por una serie de atributos que lo hacen distinto a los demás. Lo principal es el propio trazado con sus curvas y sus rectas, su longitud o la calidad de la superficie. También se suelen tener en cuenta las medidas de seguridad como las zonas de escapatoria, los accesos de los servicios de emergencia… Y no podemos obviar otras características como la situación de las gradas, los accesos para los asistentes y otras comodidades para el público y los equipos, además del entorno en el que se enclava. En definitiva, una serie de características que hacen diferente a un circuito del resto.

Ya sólo con la primera condición, podríamos afirmar que todo circuito es único, pero este calificativo se vuelve especial cuando hablamos del circuito de Nürburgring, especialmente la parte de Nordschleife. Situado en Alemania, se ha ganado un cariño exclusivo por parte de todos los amantes del motorsport. El circuito tradicionalmente consistía en dos partes, el Sudschleife (trazado del sur) y el Nordschleife (trazado del norte). Esta última es la parte más larga y que serpentea entre las montañas del área de Eifel. Destaca por su peligrosidad y, sobre todo, por su gran longitud (23 km) ya que hacían de las carreras auténticos calvarios para los pilotos, no sólo por los riesgos que había que correr sino porque, al ser tan largo, era difícil que los pilotos recordaran todas las curvas del circuito, lo cual se convertía en todo un “infierno verde”, tal y como lo describió Jackie Stewart (piloto de Fórmula 1).

Nürburgring Nordschleife

Todos estos obstáculos hicieron que las competiciones internacionales fueran abandonando paulatinamente las citas en el anillo que rodea la localidad de Nürburg y su castillo medieval. No en vano, un accidente sufrido por el piloto de Fórmula 1 Niki Lauda en 1976 provocó la salida de la F1 para siempre del Nordschleife (posteriormente ha vuelto al trazado nuevo). Los alemanes se pusieron manos a la obra y a mediados de los años 80 se reconstruyó parte del circuito para hacerlo más corto y más acorde a las condiciones requeridas por las autoridades automovilísticas (parte conocida actualmente como trazado de “Gran Premio”), algo que sigue ocurriendo en muchos viejos circuitos hoy en día. De hecho, allí volvieron tanto la Fórmula 1 como el Campeonato del Mundo de Motociclismo.

Sin embargo, se mantuvo el Nordschleife tal y como estaba. Y es esta parte la que lo hace increíble. La posibilidad de entrar al público general con cualquier vehículo como si fuera una autopista de peaje ha acercado aún más las sensaciones a los pilotos aficionados desde su construcción. Poder rodar con tu propio vehículo en su mítico asfalto se convierte en una experiencia religiosa para cualquier amante de la gasolina. Recorrer esa estrecha carretera cerrada por un tupido bosque verde es una deliciosa y a la vez infernal carrera contra el cronómetro y contra ti mismo.

Esta breve retrospectiva, que eleva al circuito alemán a la categoría de histórico, se está viendo empañada en los últimos años por la gestión administrativa de sus propietarios y está amenazando al complejo con su desaparición.

Para denunciar esta situación, se ha creado la plataforma “Save the Ring”, que intenta aglutinar apoyo internacional para ejercer presión ante la inminente quiebra del sistema que gestiona Nürburgring. Además, se están dando a conocer a través de una página de Facebook que complementa la actuación de la web principal y ayuda a encontrar apoyos para evitar su clausura.

Nürburgring

Antecedentes

El Gobierno alemán ha sido su propietario desde su construcción en 1927. En el año 2007 inició la construcción de un gran centro comercial y desarrolló un gran proyecto para crear un parque temático, encabezado por el que entonces era su director, Walter Kafitz. Desde 2004, el propio dirigente reconocía las pérdidas que el complejo estaba sufriendo. Pero no se sabe exactamente de dónde venían esas pérdidas. Muchos apuntan a los experimentos empresariales que Kafitz estuvo emprendiendo bajo la marca Nürburgring y que producían pérdidas. En 2006 una auditoría confirmó este agujero. Pero otros también culpan de aquella situación a Ingolf Deubel, que por aquel entonces era Ministro de Finanzas de la región de Renania-Palatinado, donde se ubica el circuito, y que debería haber controlado esas operaciones.

Sería injusto ignorar las premisas benévolas con las que Kafitz comenzó esa remodelación. Con ella pretendía impulsar el papel de Nürburgring en el mundo del motor, apoyado enérgicamente por el propio Kurt Bech, Primer Ministro de la región. La creación de un centro de ocio y de negocios sin parangón en Europa parecía un buen proyecto que impulsaría ese papel y mejoraría la posición económica de esta zona de Alemania. Las autoridades buscaron inversores privados para hacer realidad estos pensamientos tan optimistas.

El dinero no llegaba. Ingolf Deubel, Ministro de Finanzas de la región, seguía diciendo que los inversores privados estaban a punto de entregar todo el dinero necesario para el proyecto. No sólo eso, sino que además estos inversores pedían el adelanto de dinero público, proposición que fue sorprendentemente aceptada por la autoridad pública. Visto el retraso y el engaño en el que se veía atrapado, Deubel dimitió en julio de 2009 y el Primer Ministro de Renania-Palatinado (lo que en España conocemos como presidente de una comunidad autónoma) admitió los errores cometidos.

Mientras tanto y pese a la falta de financiación, las obras del proyecto “Nürburgring 2009” ya habían comenzado. Sus frutos ven la luz a principios de 2010 con un impresionante centro de ocio (incluso con una montaña rusa que costó 11 millones de euros… y que no funciona) y un gran centro comercial. Además, hay un museo dedicado a las leyendas del motor del que pueden disfrutar los amantes de estos deportes, previo pago de una entrada. El complejo incluye también hoteles, restaurantes y discotecas para los visitantes. La realidad es que el complejo no está siendo en absoluto un éxito ya que la afluencia de público es casi nula y hace insostenible el proyecto. ¿Quién va a pagar ahora toda esta inversión?

El escándalo es aún mayor

En este sentido, el tema se vuelve aún más gris. La base de todos estos proyectos estaba en unos números que posteriormente han sido desmentidos y corregidos. Las cifras registradas de asistencia que se publicaban oficialmente estaban siendo falseadas. No era un simple maquillaje, sino una modificación al alza exageradamente escandalosa si las comparamos con los números reales (PDF). Las previsiones de público de los proyectos que se habían emprendido estaban evidentemente sobredimensionadas respecto a la realidad.

Situación actual

Desde el pasado mes de mayo se decidió alquilar la gestión del complejo a Kai Richter y Jörg Lindner, quienes prometieron en un principio la financiación privada del parque temático. Inexplicablemente, la adjudicación fue para ellos, unos empresarios que no tienen ninguna experiencia en el mundo del motor. Es más, desde la plataforma Save the Ring se denuncia que se está utilizando el circuito y su histórico nombre como sede y marca de otros eventos que no tienen nada que ver con el motor y dejando de lado otros que tradicionalmente se han visto ligados al famoso circuito.

Por si fuera poco, hay una queja general entre los habituales del Ring y los turistas porque los precios de entrada han subido inexplicablemente.

Después de todo este culebrón de escándalos político-financieros, la deuda que Nürburgring Limited ha alcanzado está entre los 350 y los 400 millones de euros y toda esta inversión no se puede recuperar tal y como se está gestionando el complejo en la actualidad.

La alarma se está notando entre los locales. La piloto Sabine Schmitz (que trabaja en el circuito) felicitaba las pasadas Navidades haciendo una llamada de socorro para que la gente conozca los problemas “muy, muy extraños” que se están dando últimamente.

La plataforma "Save the Ring" ha alzado su voz y alienta a los lectores para unirse a la petición online que se está haciendo al Vicepresidente de la Comisión Europea, Joaquín Almunia, para que escuche sus solicitudes, las cuales se resumen en:

  • Separar el tramo de Nordschleife del complejo de ocio.
  • Dejar que Nürburgring se dedique al deporte del motor.
  • Valorar el significado del circuito como patrimonio y tradición (más que una montaña rusa).
  • La destitución inmediata del binomio Lindner-Richter por verdaderos expertos del motorsport.

No es que hablemos de un circuito donde ver carreras sino de una tradición de esa tierra, un lugar de peregrinaje para los amantes del motor y una fuente económica para la región de la que se sienten orgullosos tanto los locales como los visitantes.

A veces los experimentos que se han hecho en los nuevos circuitos (Abu Dhabi…), que se conciben desde su inicio más como parques de ocio que como campo de carreras, han podido funcionar. Pero cabe preguntarse si en los ancianos trazados como Nürburgring es mejor mantener la esencia del automovilismo y el motociclismo antes que tantear con otros negocios que nada tienen que ver y que alejan al aficionado de esta gran “meca del asfalto”. Sabemos que, como negocio, debe sustentarse y ofrecer rentabilidad (algo que sitúa a muchos circuitos en una deriva incierta), pero Nürburgring tiene una historia que debe ser reconocida y respetada. Más que un circuito, Nürburgring se ha convertido por méritos propios en patrimonio de la historia alemana y del motorsport.

Esperemos que la leyenda del “infierno verde” se siga alargando durante muchos años más.